GUARDIACÁRCELES CONDENADOS A PERPETUA


Histórico fallo en el juicio por tortura seguida de muerte en la U9 de Neuquén.

Argentino Pelozzo Iturri había sido testigo presencial del crimen de un interno a manos de penitenciarios, esto ocurrió en la unidad de detención de Ezeiza (Bs.As.).

El sábado 5 de abril del 2008, en un procedimiento ilegal, es trasladado desde ese penal a la unidad de detención N° 9 de Neuquén. El juzgado en el que radicaba su causa desconocía dicho accionar, los hilos del SPF (Servicio Penitenciario Federal) tramaron el destino y el fin de Pelozzo Iturri.
Durante el mismo traslado fue golpeado hasta agotarlo. Él conocía los códigos y comportamientos carcelarios, por lo que no se sorprendió al interpretar donde lo llevaban y cuál era el motivo del traslado.

Cárcel de Neuquén U9

Abril y el fantasma de la muerte en Neuquén

La U9 estaba entre las cárceles más duras y violentas en el trato hacia los internos, en el conjunto de unidades de detención del país. Triste privilegio ocupar el ranking más alto de cárceles que se caracterizan por la brutalidad interna.

El mismo día en que llegó, le dieron la “bienvenida” ingresándolo a lo que llamaban «buzones» o celdas de castigo. Fueron lluvias de golpes y torturas, por parte del grupo de requisa, para que se vaya preparando.

En la prisión se cuentan confidencias, miedos, o se disimulan. Argentino presintió su muerte anunciada, así se lo comentó a otro interno, presagiaba su muerte.

Argentino Pellozo Iturri en el patio de una cárcel.

El martes 8 de abril, tomó unos mates y lo fueron a buscar. En los pasillos los “machos” de la penitenciaría estaban preparados para demostrar su coraje de brutos, para expresarse del modo más infame, en los pasillos lo fueron golpeando, con los puños, a patadas, con escudos, con la saña y el fondo de sus risas, burlas e insultos.  Argentino era llevado a los empujones, imposible defenderse, imposible parar esa tormenta de golpes cuando estás esposado.

Cuando llegó a la enfermería, continuaron los golpes: en el tórax, en la cabeza, se le arrojaron encima. No hubo lugar del cuerpo donde no se le propinaran golpes. Lo pisaron  entre varios con sus botas comprimiendo sus pulmones, corazón. El enfermero estaba presente.

 El plan era conocido por la dirección del penal, solidariamente elaborado por los poderes del Sistema Penitenciario Federal.

El médico, partícipe y cómplice, definió la tormentosa y cruel muerte de Argentino de una manera impune con la frase irónica de “muerte súbita”.
Muerto llegó al hospital regional Dr. Castro Rendón, no era posible dejar de observar que en nada coincidía ese diagnóstico, a la vista estaban las marcas brutales en el cuerpo de Argentino.
Acostumbrados a la impunidad, se intentó armar la red de encubrimiento con el Poder Judicial Federal, profesionales médicos forenses, directores, subdirectores de la unidad de detención.

10 años después

A veces, pocas, las menos, se cuela por la imposibilidad de ocultamiento, a través de una ventanilla, un haz de luz. Éste fue el caso. Los hechos ocurrieron en el 2008, diez años después se llevó a cabo un juicio histórico en el TOF (Tribunal Oral Federal): se juzgaba a 15 implicados en el crimen de Argentino Pelozzo Iturri.

LAS CONDENAS

El juicio se llevó a cabo en Diciembre de 2018, el crimen no era perfecto.
Entre miedos aparecieron testimonios de algunos detenidos que habían recuperado su libertad, sabiendo que enfrentar al sistema penitenciario lleva no pocas veces a la muerte.

 Así  le había ocurrido a Luis Abella testigo del asalto que llevaron a cabo los penitenciarios para llevárselo a Argentino la última mañana del 08 de abril de 2008. En un descampado de Buenos Aires y a unos días de haber recuperado su libertad, Abella muere acuchillado.
La estadía en unidades federales de ese testigo «protegido» se vio prolongada más allá de la condena que tenía por una causa interna, que luego en juicio , se demostró que había sido inventada.

También declararon los que aún se encuentran en los penales de detención federal, sometidos al poder extremo de los agentes del Servicio Penitenciario.

El miedo recorre las decisiones de un buen número de testigos, pero desde el fondo lo supera el odio al crimen y la repulsa al  método feroz de sus carceleros.
La sentencia no podía tapar los hechos monstruosos que se fueron describiendo en el asesinato de Argentino Pelozzo Iturri.

Miércoles 20 de marzo 2019, el presidente del Tribunal Oral Federal de Neuquén, Marcelo Grosso,  fue leyendo la sentencia condenando a prisión perpetua y ordenando detener a: Orlando Horacio John, Pablo Ángel Muñiz, Javier Elix Pelliza, Pablo Sepúlveda, Daniel Ulises Romero, José Lorenzo Retamal, José Walter Quintana y Carlos Roberto Vergara.

Por omisión de evitar el delito de tortura seguida de muerte y falsedad ideológica fueron condenados Héctor Ledesma a seis años y seis meses, José Roberto Sosa a seis años y Daniel Ricardo Huenul a siete años.

El inspector general Gabriel Grobli deberá cumplir una pena de seis años por encubrimiento doblemente agravado. Fueron benignos con el  médico Juan Carlos Heredia quien cambió la causa de la muerte,  recibió una pena de cuatro años. Por otra parte se condenó a Miguel Angel Carrilao a tres años y seis meses por omisión de denuncia del delito.


En el banquillo los guardiacárceles condenados (foto lmneuquen)

Durante las jornadas del desarrollo del juicio,  en los días de los alegatos de fiscales sin faltar un día, silenciosamente, la presencia insoslayable de las integrantes de la APDH de NEUQUÉN.

Sólo una mujer.

Sólo una mujer no se prestó al cobarde plan del crimen, dio su testimonio incorruptible.  Era empleada administrativa de la cárcel y vio como lo sacaban muerto a Argentino.

Fue amenazada, le hicieron llegar de manera directa e indirecta, mensajes intimidantes le advertían sobre las consecuencias de oponerse a la tradición de los manejos violentos del sistema carcelario.

No pudo seguir empleada en esa institución que se le volvió ominosa y riesgosa para su vida. Enfrentar la presencia de esos machos salvajes aun le generaba temores y estremecimientos. Ella sabía de esos procederes, de la trama del crimen. Retrotraerse a esos momentos cara a cara le generaba angustias y miedos por eso tuvo que elegir dar su testimonio desde otro lugar y por video conferencia. 

“Se quebró al final, no podía terminar: la intentaron coimear, la amenazaron en su casa, la amenazaban por teléfono, le amenazaron a sus hijos, fue impactante” expresó una integrante de la APDH.

El horror había dejado sus huellas.

Los comportamientos de unos y otra parecen paradigmáticos en tiempos en que se revelan, se visibilizan  los rasgos de género que revisten hombres e instituciones.

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