La odisea de los inmigrantes pobres en la frontera chilena/peruana


La frontera chilena/peruana es producto de la guerra que, en la década de 1870, desangró a los pueblos de Bolivia, Chile y Perú en la llamada “guerra del salitre”, dado que los motivos que la alentaron fueron las enormes riquezas salitreras y mineras que encerraban el desierto de Atacama y las estepas del altiplano andino.

Una guerra que fue financiada por el imperialismo británico que, en definitiva, fue el gran beneficiario económico de aquella fratricida matanza de jóvenes soldados de esos pueblos sudamericanos.

Con el triunfo militar de Chile, las fronteras sufrieron grandes corrimientos que ampliaron notablemente la superficie territorial de Chile; entre otras consecuencias negativas para Bolivia, significó la pérdida de su acceso al mar transformándolo en un país mediterráneo, una condición que perdura hasta nuestros días.

Desde entonces, el fantasma de la guerra ha sobrevolado las relaciones políticas entre estos tres países, a la vez que justificó un desmedido pertrechamiento militar de sus ejércitos.

Esta situación se agravó con la larga dictadura militar de Augusto Pinochet que, incluso, minó las zonas fronterizas; una irracionalidad que se mantiene hasta la actualidad, dado lo oneroso que resulta quitar las 180.000 minas allí plantadas

En la segunda década de este siglo XXI, las políticas neoliberales dominantes en los países latinoamericanos significaron la condena a la marginalidad de amplias capas populares, luego de ser desalojados de sus tierras agrarias o desocupados de sus fuentes laborales; muchos de ellos fueron empujados a buscar mejorar sus condiciones de vida en el extranjero. Son ellos los que integran los ingentes contingentes de inmigrantes pobres que marchan hacia EE.UU. y Canadá o, más recientemente, hacia Chile que, bajo el dominio de los grandes grupos económicos chilenos y extranjeros, sólo aceptan un número limitado de mano de obra capacitada o de individuos con capitales significativos.

Mientras que los inmigrantes sin capital y sin especialización laboral son rechazados o ‘rebotados’en los pasos fronterizos, particularmente, en la aduana de Chacalluta de la frontera chilena/peruana, en los últimos años se convirtió en una ‘muralla’ inexpugnable para haitianos, venezolanos, colombianos y peruanos pobres y de piel oscura. Así, lo explica Analí Briceño, coordinadora del Servicio Jesuita a Migrantes de Tacna (SJM), “el rebote es una práctica sistemática. El principal argumento es la bolsa de viaje, pero sigue sin ser una normativa clara, no se indica la cantidad necesaria para cruzar, a unos les piden 500 dólares y a otros 1.500. Hubo un momento en que la situación se tornó tan caótica que a más oscura la piel del migrante, más cantidad de dinero se le demandaba”. (1)

La terminal de buses de Tacna es el escenario silente y desgarrador adonde llegan los ‘rebotados’ en la frontera chilena. Allí se viven situaciones dramáticas de esos parias sudamericanos que, gastados sus últimos ahorros, ya no saben cómo regresar a sus países de origen o cómo seguir buscando nuevas oportunidades laborales en Perú. La situación más brutal fue cuando uno de los ‘rebotados’ decidió quitarse la vida allí mismo.

La ciudad fronteriza peruana de Tacna, inopinadamente, ha debido recibir a numerosos inmigrantes desahuciados, siendo el Servicio Jesuita a Inmigrantes uno de los lugares donde se los resguarda provisoriamente.

En esa terminal también operan los ‘coyotes’ que, por una suma de dinero, los ingresan a Chile por pasos clandestinos; entre la multitud, buscan a sus ‘víctimas/clientes’ para contactarlos; una opción que, muchas veces, agravan aún más el drama de los inmigrantes, dado la oscura trama en la que se desenvuelve que, incluso, da origen a la ‘trata de personas’ con fines de explotación laboral o sexual.

Allá en la árida extensión del inmenso desierto atacameño, el drama de los desposeídos latinoamericanos escribe otra historia, silenciosa y silenciada.

Elpidio Chávez
Cronista itinerante

(1) Citado en la nota periodística “La última frontera en el sur de Sudamérica”, diario El País de España del 23.11.2017

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